jueves, 13 de marzo de 2014

¿Quién soy? y ¿Qué quiero hacer en mi vida?...




Existen numerosos motivos por los que una mujer decide interrumpir su embarazo. Condiciones socioeconómicas, laborales, de salud o afectivas juegan un papel importante en la decisión pero la razón principal sigue siendo la que más se esconde: no todas las mujeres quieren ser madres, en un momento determinado o a lo largo de su vida.

Rondaban los años 60 cuando Betty Friedan afirmaba que "Una mujer debe poder decir, y no sentirse culpable al hacerlo, ¿Quién soy? y ¿Qué quiero hacer en mi vida?”.  50 años después nos vemos condenadas a repetir constantemente sus palabras como si la sociedad padeciera una especie de agnosia que no le permitiera reconocer situaciones anteriormente vividas y aprendidas. Y es que sólo una cosa dijeron cierta en Tradición digital (web católica) cuando nos dedicaron una entrada tras el escrache que hicimos al Obispo de Oviedo y su auxiliar en la catedral:portaban pancartas con lemas tan poco originales y pasados de moda como: Nosotras parimos, nosotras decidimos”.

¿Quién soy? y ¿Qué quiero hacer en mi vida?... Soy una egoísta por hacerme estas preguntas y debo sentirme culpable porque en un sistema capitalista como el nuestro, donde el trabajo es la principal fuente de riqueza, mi cuerpo es visto como una máquina para la producción de fuerza de trabajo y ésta debe ser controlada. Yo, para ser una mujer de verdad, he de contribuir a la causa religiosamente con mi única función en la vida: parir y criar. Siguiendo a Silvia Federecci “No es un problema de número, de cuánta gente nace, pues mientras en unos países se acota la natalidad, a la vez, en otros se fomenta. El sistema lo que busca es controlar y decidir dónde, cuándo y con qué perfil nacerá su nueva mano de obra”.

Controlar el cuerpo de la mujer es controlar nuestra capacidad reproductiva, nuestra sexualidad, nuestras formas de relacionarnos y nuestro comportamiento en general. Controlar el cuerpo de la mujer significa controlar a la sociedad y, por tanto, se convierte en la mejor garantía del mantenimiento de las estructuras capitalistas y patriarcales.

A lo largo de la historia diferentes momentos y actores han marcado el camino hasta construir una imagen de la mujer tal y como la conocemos. A este respecto no podemos ignorar el papel fundamental que la iglesia ha tenido y cómo desde épocas muy tempranas el clero reconoció el poder que el deseo sexual confería a las mujeres sobre los hombres tratando siempre de exorcizarlo. Se adoptaron legislaciones represivas bajo la influencia directa de la iglesia, politizando la sexualidad y convirtiéndola en una cuestión de Estado.

En este contexto y hasta la actualidad, los métodos anticonceptivos fueron también  criminalizados puesto que su función es evitar la concepción y, por tanto, el fin único de las relaciones sexuales: “cuando deliberadamente se quita de ese acto la capacidad de dar la vida, de engendrar, de ser fecundos, ese acto se vuelve mentiroso. En la anticoncepción, la procreación se convierte en el 'enemigo' a evitar en la práctica de la sexualidad. Esta práctica tiene su raíz en una mentalidad hedonista, es decir, egoísta, que pone el placer por encima de todo”. (Juan Pablo II, Evangelium vitae, 23)

Algo tan natural y humano como disfrutar y buscar placer en las relaciones sexuales es condenado drásticamente por la iglesia y esto, como he mencionado anteriormente, ha tenido graves consecuencias en las formas de relacionarnos creando una imagen de mujer como <<sinónimo de madre>>.

“La libertad de la maternidad es la que hace a las mujeres auténticamente mujeres” afirmaba Gallardón para justificar las políticas que está llevando a cabo el Partido Popular en materia de aborto. "En definitiva, vamos a defender el derecho y la dignidad de la mujer como uno de los derechos fundamentales que es del derecho a la maternidad”.

Utilizan el lenguaje de forma perversa. Utilizan el lenguaje como disfraces de carnaval. Hablan del derecho a la maternidad pero ¿Acaso nos dan derecho a decir si queremos ser madres? ¿Acaso nos dejan alternativas? Si no tengo otra opción al quedarme embarazada que la de ser madre; si no puedo decidir sobre mi propio cuerpo y vida; si me condenan a parir en contra de mi voluntad, pueden llamarlo obligación, tortura, castigo o imposición pero, por favor, que no se atrevan encima a llamarlo derecho y a decir que con ello defienden nuestra dignidad.

Dignidad  de la mujer es poder llegar a una maternidad consciente y decidida, en las mejores condiciones y sin ningún elemento externo que intervenga en su decisión; tener garantizada una adecuada educación sexual sin tapujos moralistas para poder decidir libremente qué hacer y cómo hacerlo; optar a información y acceso a métodos anticonceptivos para que no se den casos de embarazos no deseados; contar con las mejores condiciones para que si, a pesar de lo anterior, se queda embarazada en contra de su voluntad, pueda ser atendida en condiciones de salubridad que no pongan en riesgo su vida. En definitiva, dignidad de la mujer es poder decidir qué quiere hacer en su vida.
Ni a Gallardón, ni al PP, ni al foro de la familia con sus asociaciones cínicamente autodenominadas “pro-vida” con RedMadre a la cabeza, les importa lo más mínimo la vida. Si así fuera, no condenarían a millones de mujeres a una posible muerte por el hecho de querer interrumpir un embarazo no deseado.

Cuando defendemos el derecho a un aborto libre, seguro y gratuito estamos luchando contra la conservación de sus privilegios. Nos estamos oponiendo a que se aprovechen de la situación de necesidad para adoctrinar con su evangelio, a salvaguardar las costumbres morales con la familia tradicional como célula fundamental y a mantener su ejército de mujeres trabajadoras no-asalariadas en el hogar. En la actual crisis, nos han convertido en amortiguadoras de los recortes sanitarios y el desmantelamiento de la cobertura social.
Pero no vamos a rendirnos porque cada día somos más las que plantamos cara a sus imposiciones y las que, sin sentirnos culpables, unidas decimos:

¡Soy una mujer y en mi vida decido yo!


Tamara Corral. Muyeres en llucha CSI 
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