Micheline Seviene Bugandu no
tiene más de 20 años. Fue violada por hombres armados cerca de su casa, en la
localidad de Minova, un pequeño pueblo de la provincia de Sud Kivu, en la zona
este de República Democrática del Congo. Ahora trabaja en una asociación que
ayuda a mujeres que, como ella, han sido rechazadas por sus familias para
alzar la voz contra la violencia. "Cuidamos de las mujeres víctimas de la
violencia y traumatizadas a causa de la guerra; también a sus hijos, muchos
víctimas de las violaciones o huérfanos", explica esta joven, la mirada
viva bajo un paño tradicional de luminosos colores, verdes y amarillos, que le
cubre la cabeza.
En la
asociación en la que colabora Micheline, al igual que en muchas otras que
trabajan incansablemente al este de la RD Congo, más de 250 mujeres han
encontrado un espacio para recuperarse de la violencia que empapa la sociedad
congolesa a causa de décadas de guerra. Viven de los productos agrícolas que
explotan en parcelas de tierra comunitaria, comprada y cedida por la asociación.
Allí cultivan maíz, mandioca, patatas y judías que luego consumen y, si sobran,
venden.
El
acceso a la tierra y a los recursos naturales es imprescindible para la
subsistencia de la amplia mayoría de la población en RD Congo. Pero al igual
que en muchos otros países, las costumbres y las prácticas locales continúan
jugando un papel muy importante a la hora de fijar las reglas de acceso a la
tierra, discriminando a las mujeres y exponiéndolas a situaciones de extrema
vulnerabilidad.
Más del 80% de las tierras en
RD Congo están aún bajo el régimen del derecho consuetudinario. El marco legal
establecido por el Gobierno, que sí reconoce el derecho de las mujeres a
acceder a la tierra, no ha calado en las zonas rurales, donde los jefes
comunitarios continúan gestionando los recursos naturales de forma
patriarcal. Así, como dicen varios cantos en lengua local, el swahili, las
mujeres de la provincia de Sud Kivu no tienen derecho a
acceder a las instancias de toma de decisión (...omuka- zi arhaja ukubwami...),
no son capaces de gestionar la tierra (...omukazi arhaku- la...) y no tiene
derecho a pedir una parcela para cultivar (...omukazi arhaja ukubwami...).
Esto también tiene repercusiones sobre el derecho a la herencia de las mujeres,
de tal manera que en muchos casos solo pueden cultivar la tierra cedida por
sus padres o maridos. La ausencia o la dificultad de acceso al registro civil
para inscribir los nacimientos y matrimonios fragiliza aún más sus derechos.
Pero
es que este hermoso país del corazón del África subsahariana se enfrenta además
desde hace décadas a un conflicto armado que causa cada año miles de muertos y
desplazamientos masivos de población. La violencia ha exacerbado la
vulnerabilidad de las mujeres. La amplia mayoría de los desplazados por la
guerra que caminan por la ciudad congoleña de Goma, en la frontera con Rwanda,
y buscan acogida en los campos de refugiados de los actores humanitarios, son mujeres con niños a su cargo, así
como viudas y huérfanos.
A la
masculinización de las reglas de acceso a la tierra y la ausencia de tierra
cultivable a causa de la presión demográfica, se une la inseguridad causada
por los grupos armados y la lacra de la violencia sexual. Las mujeres víctimas
de violaciones son estigmatizadas en su lugar de origen y se convierten en
parias rechazadas por sus comunidades. Sin tierra para cultivar se termina su
último recurso para subsistir.
El
Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (UN-Habitat, en
inglés) gestiona en RD Congo varios proyectos que tienen como objetivo apoyar
la puesta en marcha de políticas de gestión de los recursos naturales capaces
de facilitar la reintegración de los desplazados y refugiados por la guerra,
así como impulsar un desarrollo generador de oportunidades socioeconómicas
respetuoso con los derechos humanos. En colaboración con estructuras
comunitarias y de base, el equipo de UN-Habitat sensibiliza sobre la existencia
de mecanismos para resolver de forma pacífica conflictos de tierras y
promociona la creación de redes de mujeres y de hombres que luchan por la
igualdad de género al este de la RD Congo.
En este 8 de marzo de 2014, día internacional de
las mujeres, la voz de Micheline y de muchas otras congoleñas, se alza unida a
las voces de otras mujeres en todo el mundo, que con más fuerza que nunca
gritan contra la violencia, la guerra y la discriminación.
Voluntaria de
Naciones Unidas y responsable de comunicación en UN-Habitat en Goma, República
Democrática del Congo.
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